La viruela en la América del Sud y principalmente en la República Argentina : historia, estadística, clínica, y profilaxia; epidemiología.

  • Penna, José, 1855-1919
Date:
1885
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Credit: La viruela en la América del Sud y principalmente en la República Argentina : historia, estadística, clínica, y profilaxia; epidemiología. Source: Wellcome Collection.

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    bubónica) no tiene con ella la mas lejana semejanza; lo mis- mo diré de la aparecida en el siglo xv, llamada suelte an- (jlciise, etc. Dicho esto, procuremos establecer el diagnóstico diferen- cial, fundados en los datos que la historia conserva de otras grandes pestes y véamos á donde nos pueden conducir estas consideraciones. El Matlazahualt no es la peste negra del siglo xiv descrita por Juan Cantacuzeni1. En efecto ella se caracterizaba por la rapidézde la marcha: los enfermos morían en la primera hora y aun en el primer dia de su enfermedad y cuando se pro- longaba por mas de tres dias, la invasión se anunciaba por fiebre, pérdida de la palabra, sensibilidad, cóma, etc. En otros casos, los síntomas predominaban en el aparato respi- ratorio: inflamación gangrenosa, dolores toráxicos, vómitos ó esputos desangre, aliento fétido, etc. Nada de semejante ofre- cía la epidemia americana, salvo la fiebre. Esta peste negra que Anglada llama hemotóica, es sin embargo, la mas mor- tífera de cuantas se han observado, pues se calcula que en todo el mundo conocido por entonces, el número de muertos ascendió á la cifra increíble de 77,000,000 2. No se aproxima tampoco á la peste llamada mal de los ardientes, ignis sacer, fuego de San Antonio, etc., que se vió en la edad média, ins- crita en la crónica de Frodoard (9io), porque esta era una enfermedad eminentemente gangrenosa. Entre las principales, nos quedan todavía, la gran epide- mia del siglo ii déla era cristiana estudiada por Galeno y la J Joannis Cantacuzeni, es imperatoris, libro IV, cap. VIII, pág. 729, Parisis, mdcxlv, citado por Anclada en su Etude sur les Maladies Eteintes et les Maladies Nouvellcs. París, 18fi9. * Idem pág. 434.