Penicilina versus heridas infecciosas.

Date:
1945
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Credit: Penicilina versus heridas infecciosas. Source: Wellcome Collection.

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    las infecciones clostridiales (gangrena gaseosa, ede¬ ma maligno) como indicaciones para la penicilino- terapia sistémica. El Departamento Británico de Guerra5 publicó uno de los primeros informes sobre la penicilina en la gangrena gaseosa. El último informe,2 que cubre una extensa experiencia en Italia, reporta que se obtuvieron resultados alentadores por medio del tratamiento con penicilina, a pesar del hecho de que previamente esta afección había producido un pro¬ medio de mortalidad de 50 por ciento en Italia. El tratamiento recomendado consta de tres partes: “(1) Cirugía radical—excisión del músculo o am¬ putación, si fuera necesario. “(2) Antisuero de la gangrena gaseosa—49,500 unidades administradas por vía intravenosa en la operación (antisuero polivalente 27,000 welchii, 13,500 septicum, 9,000 oedematiens), seguidas de otras 49,500 unidades en un período de seis a ocho horas, si no hay mejoría clínica, repitiéndose otra vez cuando sea necesario. (3) Penicilina sistemáticamente—25,000 unidades de penicilina sódica en la operación y un curso de 3 a 5 días, de 15,000 unidades, intramuscularmente cada 3 horas—o séase 120,000 unidades al día. (Un promedio de 380,000 unidades.) “Es aconsejable tener el antisuero y la penicilina circulando en la sangre antes de la operación, pero esto se hizo raramente. La mayoría de las heridas hatadas de esta manera fueron ejemplos de la verdadera gangrena gaseosa (miositis clostridial) afectando al músculo en una forma masiva, siendo el agente patógeno predomi¬ nante el Clostridium welchii. Suministraron una evi¬ dencia convincente de que la penicilina puede detener la miositis progresiva, pero que no obstante, la cirugía radical es todavía el factor principal en el tratamiento de esta enfermedad.” Heridas de la Cabeza La terapia, con penicilina, de las heridas pene¬ trantes de la cabeza ha sido de nuevo reportada desde Inglaterra, por Cairns.8 Las heridas que tenían de 3 a doce días, casi todas infectadas con organismos piógenos gram-positivos, fueron excindidas, limpia¬ das y cerradas completamente. Antes de cerrarlas, se pasó un pequeño tubo dentro de la cavidad del cerebro y se virtió una solución de penicilina sódica (250 unidades por centímetro cúbico), dentro de la cavidad. Se repitió esta operación dos veces al día y antes de cada inyección se aspiró el contenido de la herida del cerebro. De veintitrés pacientes con heri¬ das penetrantes, sólo tres murieron, dos de infección intracraneana; se consideró que los resultados se com¬ paran de un modo “muy favorable” con los obtenidos por otros métodos. Sin embargo, al hacer un resumen de la experiencia obtenida con las heridas de la cabeza, el Consejo de Investigación Médica1 declara que este tópico no está todavía resuelto y una re¬ visión de la literatura no revela la existencia de un informe más comprensivo que el de Cairns. Otras Heridas El Consejo Nacional de Investigación,4 tomando como base extensas investigaciones ha recomendado que todas las infecciones graves causadas por orga¬ nismos susceptibles a la penicilina, deben ser tratadas con la administración sistémica de esta substancia. En casos apropiados, se favorece también la terapia local. En el empiema se sugiere también la inyección de penicilina directamente dentro de la cavidad del empiema, después de la aspiración del pus o fluido; esto se hace una o dos veces al día, en una dosifica¬ ción de 30,000 a 40,000 unidades. El informe británico basado en la experiencia ob¬ tenida en Italia relata que cerca de una tercera parte de las heridas penetrantes del pecho progresan hasta convertirse en formaciones empiémicas por la infec¬ ción de un hemotórax y que la penicilina ocupa un lugar importante en el control de un empiema estable¬ cido, pero la droga debe llegar al lugar indicado. “La instilación local dentro de la cavidad pleural es el método de elección y se debe combinar con la terapia sistémica sólo cuando el paciente tiene un empiema grande y es muy tóxico. La terapia sistémica no es suficiente por sí sola, ya que la droga no pasa por la barrera pleural en suficiente concentración. La as¬ piración es siempre necesaria, pero algunas veces no es suficiente y se requiere una operación abierta.” Las heridas aspiradas fueron cerradas en las zonas prominentes y algunas veces, en ese momento, se instilaron 15,000 unidades de penicilina sódica en 15 centímetros de agua destilada. En el hospital de la base, se instilaron 60,000 unidades (disueltas en 30 a 60 centímetros cúbicos) después de cada aspira¬ ción—por ejemplo: cada dos o tres días. Si era necesario hacer una operación, se instiló la droga por el tubo de drenaje, que fué cerrado entonces por seis horas. No hubo duda de que las instilaciones “tuvieron un efecto dramático sobre las bacterias de la cavidad pleural. En la septicemia comprobada la resección de las costillas y drenaje fueron innece¬ sarios, aun en el empiema estafilocócico.” La compli¬ cación más grave era una fístula bronquial, que generalmente provocaba la muerte. “Una complica¬ ción de menos importancia y que se esperaba fué la presencia de pus gram-negativo; los estafilococos, estreptococos, neumococos y clostridias fueron elimi-