Tratado completo de patología interna: sacado de las obras de Monneret y Fleury, Andral, J.P. Frank, José Frank, Pinel, Chomel, Boisseau, Bouillaud, Gendrin, Hufeland, Roche y Sanson, Valleix, Requin, Piorry, y otros muchos autores : como tambien de los principales diccionarios de medicina y de las colecciones periódicas (Volume 8).

Date:
1844-50
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Credit: Tratado completo de patología interna: sacado de las obras de Monneret y Fleury, Andral, J.P. Frank, José Frank, Pinel, Chomel, Boisseau, Bouillaud, Gendrin, Hufeland, Roche y Sanson, Valleix, Requin, Piorry, y otros muchos autores : como tambien de los principales diccionarios de medicina y de las colecciones periódicas (Volume 8). Source: Wellcome Collection.

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    portante por otra parte, que acabamos de men- cionar. ¿Deberá describirse como genero particu- lar lo que se conoce con el nombre de aenra si- filítica* Creemos que no, y hé aquí los moti- vos en que nos fundamos las numerosas for- mas de alecciones de la piel que se consideran dependientes de la afección venérea, solo se di- ferencian en algunos caracteres poco notables de las alteraciones consideradas generalmente como de naturaleza simple. El mayor número de sililides resulta de la asociación de una en- fermedad venérea con una alteración preexis- tente de la piel; y si la influencia general del virus da lugar á ciertas apariencias que le son propias, la disposición anterior del individuo atacado decide la forma de la lesión cutánea. Guando sobrevenga un liquen, una lepra, en un sugeto infestado deberemos reconocer dos cau- sas diferentes: una que preside á la forma pa- pulosa ó escamosa, y otra que determina la mo- dificación específica y da á la afección un as- pecto particular. Creemos por consiguiente que sin bacer una clase especial de dermatosis des- cribiéndola con el nombre de sifilides, se deben considerar separadamente las diferentes alte- raciones de la piel que se complican con la sífi- lis, tratando de ellas al ocuparse de cada espe- cie en el artículo complicaciones. »La acnea se complica algunas veces con la sífilis. Plenck ha descrito muy bien la forma particular que nos ocupa (obra cit.) con el nom- bre de gutta rosca syphilitica, y Alibert con el de sifilides pustulosa miliar. Se parece por su sitio y por su aspecto á la acnea rosácea. Ge- neralmente ocupa la frente, la cara, el cuello y la parte superior del tronco. Las pústulas que ía constituyen son redondeadas, de mal as- pecto y se apoyan en una base ó aureola roja, cobriza, inflamada y ligeramente prominente; dan una supuración tardía, que empieza prime- ro en la punta y se transforma rápidamente en una costra delgada, de color amarillo oscuro, lista se desprende muy pronto y deja una mancha cobriza lívida ó parda, que persiste lar- go tiempo, y aun da lugar muchas veces á una cicatriz pequeña, blanquecinay superficial. Conviene observar que en la cara es donde principalmente se manifiestan profundas y du- raderas estas alteraciones; en cuyo caso con- tribuye la predisposición á la acnea á localizar en el rostro la afección sifilítica. Con la com- plicación que acabamos de describir pueden coincidir erupciones de naturaleza y forma va- riables, como también otros accidentes ve- néreos, particularmente úlceras de la boca, exostosis y dolores osteocopos nocturnos. La acnea sifilítica es siempre un síntoma secunda- rio de la sífilis. «Réstanos abordar ahora el punto mas di- fícil, y mas importante sin duda, de las com- plicaciones de la acnea, que es el relativo á las de los órganos interiores. Desgraciadamente los autores no nos dan acerca de esto mas que indicaciones bastante vagas. Eo algunos casos nos presentan la acnea como la espresion de un buen estado de salud; en otros como compañera de la primera menstruación, de la dismenorrea, la continencia y el onanismo; el mayor nume- ro de fisiólogos cree que caracteriza un estado de padecimiento habitual de los órganos del vientre y particularmente del estomago: hay una variedad de ella que se lia referido á pa- decimientos del hígado (l)arwin, gutta rosea hepática); por último, algunos la consideran como una erupción depuratoria. Deberemos desechar estas opiniones como exageradas ó fabulosas, ó por el contrario adoptarlas sin crí- tica? Cualquiera de estos estreñios seria vitu- perable; pues antes de resolver la difícil cues- tión de las complicaciones esplánicas de la ac- nea, conviene aguardar á que ilustren la crítica hechos esactos y bastante numerosos. «Concluiremos diciendo, que á nuestro pa- recer es la acnea con mucha frecuencia sinto- mática de alguna de las disposiciones orgánicas que hemos mencionado. «Diagnóstico.—Casi siempre es fácil distin- guir la acnea de las afecciones que tienen con ella alguna analogía. Basta recordarlos carac- teres del ectima, del impetigo, del eczema im- petiginoso, del liquen de la cara, del liquen crónico, del lupus, de algunas formas de la sí- filis cutánea, y de ciertas inflamaciones pus- tulosas artificiales, para disipar todas las dudas que pudieran ocurrir. «Las pústulas de la acnea no tienen nunca el volumen de las del ectima, y las costras que las cubren no están muy adheridas; no dan pus con abundancia, ni este forma después las cos- tras gruesas del impetigo. Sus escamas nunca son laminosas como en el ezcema impeti- ginoso. «Entre la acnea y el liquen encontramos las diferencias que separan las pústulas de las pápulas. El liquen crónico escoriado solo da es- camas muy ligeras y blanquecinas. Los tubér- culos del lupus se ensanchan rápidamente, ad- quieren un color lívido, y destruyen por ulce- ración las partes en que residen. Las pústulas algo voluminosas del ectima sifilítico maduran incompleta y lentamente, y se cubren de cos- tras oscuras y gruesas, debajo de las cuales se forman aveces ulceraciones, Jo cual nunca su- cede en la acnea sifilítica. En cuanto á las infla- maciones pustulosas artificiales que suceden al uso de tópicos numerosos y variados, es fá- cil distinguirlas de la acnea por la causa parti- cular que las determina, y por su desarrollo, que es siempre bastante rápido y simultáneo: estas erupciones solo pueden parecerse á la ac- nea en su asiento, que es sin duda alguna en los folículos de la piel. »Es muy difícil distinguir entre sí las dife- rentes especies de acnea que hemos descrito. Sin embargo, aunque puede confundirse la ac- nea simple con la indurada, no asi la acnea ro- sácea con las demás. Respecto de este punto