Gea americana / conferencia de D. Daniel de Cortázar leída el día 7 de abril de 1891.

  • Cortázar, Daniel de, 1845-1927.
Date:
1892
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    es de poco valor, y reducida al cobre de Atacama y de lea, y á alguna plata de Suero y Potosí, son circunstancias extrañas las que impiden su desarrollo, pues reconocidos existen, en uno y otro país, además de los antiguos, otra multitud de filones de plata, cobre, mercurio, plomo, hierro, y aun capas de hornaguera de bastante buena calidad, que no dudamos den pingües utilida- des en tiempo no remoto. Terminaremos lo que se refiere á la minería peruana, di- ciendo algunas palabras referentes al platino. Este metal, el más denso y menos fusible de todos, fué dado á conocer en 1741 por Ulloa, á quien llamaron la atención unas arenas á que los natu- rales de Choco, en el Obispado de Popoyán, sufragáneo del de Lima, denominaban platina y oro blanco. Enviólas á España, y aquí se reconoció su naturaleza, y se de- terminó que el metal no era ni plata, ni oro, á pesar de sus nombres. No ha proporcionado el platino grandes riquezas, pero debe citarse entre los productos de la minería de América, porque allí se encontró por vez primera y de allí fué exclusivo hasta 1822, en que las minas de los Urales obscurecieron á las de Nueva Granada, donde se habían recogido algunas pepitas no- tables, sobre todo una mayor que un huevo de tortuga, la cual desapareció del gabinete de Historia natural de Madrid aun no hace muchos años. República del Uruguay.—Poca importancia tiene hasta ahora en este país la industria minera; pero el año de 1866 co- menzó en el departamento de Salto, un entendido naturalista llamado D. Clemente Barrial Posada, á trabajar diversos yaci- mientos auríferos en la zona de Tacuarembó, y otros cupríferos en la de Yucutujá, presentándose en la Exposición universal de París de 1878 una preciosa colección de los minerales de aque- llas regiones. Multitud de cuestiones y pleitos de mala fe, entablados con- ’ tra el primer concesionario, han hecho que la minería haya sido relegada á muy segundo término en el país, que sigue teniendo como base de su riqueza la industria ganadera, por más que los criaderos descubiertos hagan creer en importantísimas utilida- des realizables con las minas. ,
    Centro América.—Las Repúblicas del Centro América y las del Sur, fuera de las ya citadas, á pesar de su indisputable ri- queza inorgánica, no tienen hoy por hoy valor minero, pues concluyó el lavado de los placeres auríferos, se han abandonado las explotaciones comenzadas en algunos puntos, y hasta el Brasil, que desde 1728 vino á hacer competencia, hasta enton- ces desconocida, á los aluviones diamantíferos del Asia, ve des- aparecer del distrito de Minas Geráes la industria de la busca de las piedras geminas, por los descubrimientos modernos del Cabo de Buena Esperanza, donde abundan mucho más los dia- mantes, y por la abolición de la esclavitud que, afortunada- mente, se ha llevado á cabo en el país. Antillas.—Cuando Colón en su primer viaje llegó á una de las islas Lucayas, persuadíase haber alcanzado la famosa Ci- pango de Marco Polo, y que el oro, las perlas, las piedras finas y las especias más ricas habían de ser abundantísimas, y si bien los indios que se presentaron traían algunos dijecillos de oro, interrogados por donde éste se encontraba, señalaban hacia el Sur, y hacia allí el famoso marino puso pronto la proa de sus barcos. Los habitantes de Cuba y Haiti diéronle á entender que el oro se iiallaba en los montes de Cibao, y no dudó Colón que tal fuera la corrupción del nombre de Cipango. Todas estas ilusiones desaparecieron poco á poco, pues si bien es verdad que lo mismo en Puerto Rico que en Cuba, y sobre •^odo en Santo Domingo, hay placeres auríferos, su riqueza está lejos de ser lo que los españoles y su jefe por entonces se pro- metían. Sin embargo, algún oro se recogió y trajo á España desde luego, aun cuando no fuera en gran cantidad, pues dice Fer- nández Oviedo, en su Historia de las Indias., que al regresar á Castilla en 1502 el comendador Bobadilla «como hablan sacado mucho metal en la Española, llevábanse en aquel viaje sobre cien mil pesos de oro fundido, y algunos granos gruesos por fundir para que en España se viesen, donde nunca habla ido tanto oro juntamente: é uno de los granos pesaba 3600 pesos,, é al parescer de expertos mineros, no tenia de piedra tres libras, que descontadas, quedarla el grano en 3300 pesos de oro, y era
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    pero la minería de las Antillas se perdió con la desaparición de los indios, por más que los criaderos, como es natural, subsisten, y aun no hace muchos años que en Holguín y Guaracabuya, las minas de oro hacían concebir grandes esperanzas, dada la riqueza de los minerales ensayados. Hoy las minería de Cuba tiene por base los criaderos de hierro de Santiago, los de cobre del Caney y de la villa del Cobre, los de manganesa de Altosotongo y los asfaltos y pe- tróleos de muchos sitios de la isla. MÉJICO.—No hallaron los descubridores de Méjico, ó Nueva España, al conquistar aquel país, las riquezas que pocos años después conseguían en el Perú los soldados de Pizarro, pues ni los presentes que Moteczuma mandó á Cortés excedieron de 2000 duros, ni cuando se reconoció á Carlos V como Empera- dor, y se pidió un tributo de oro al mismo Moteczuma, entregó éste más de 30000 pesos, ni por fin en la toma de Tenochtitlán, el botín que cayó en manos de los españoles pasaba de 380000 duros. De todos modos, á raíz de la conquista empezó á explotarse la veta madre de Zacatecas^ cuya riqueza en plata y espesor del criadero son tan extraordinarios, que hasta la emancipación de Méjico había dado más de 600 millones de duros, teniendo á veces el filón principal 20 metros de ancho. Hay en el distrito de Zacatecas hasta 18 filones argentíferos, y en uno de ellos encontró su dueño, D. Pedro José Bernar- dos, entre otras riquezas, una masa de plata nativa que pesó 2000 quilogramos, y adquirió tanto dinero que fundó un colegio, com- » Preguntado si cortó los compañones y otros miembros á ciertos indios, dijo: Que viendo el abuso de los indios en comer tierra, tan dañoso, que en la provincia de Camaguay y Guamohaya se habían muerto de ello más de los dos tercios de indios, 3" seguían matándose de intento comiendo tierra, porque con ningún medio podía concluir tan graves daños, hizo castigos con que lo atajó en gran parte. Asi, ya, á tres moribundos hizo cortar vergas 3' compañones, v que se los comieran mojados en tierra, y después les mandó quemar. A un muchacho que tenía igual vicio y persuadía ¿ otros, mandó que él mismo se sacase los compañones v los comiese, y no ha muerto. A algunos otros hizo pringar y quemarles las bocas, sin que por ello murieren » (E.xtracto xvi, por D. Juan Bautista Muñoz, de los documentos del Archivo de In- dias, 3- publicado como apéndice al tomo ii de la Historia de la Isla de Cuba, de D. Ra- món de la Sagra.)