"Pocas obras de arte, de las últimamente expuestas en Milan, ha causado impresión tan profunda como el moribundo de Butti. Hay en esa figura un realismo tan real que, á su vista, ha dicho un excelente crítico:—Hé aquí un cuadro de Ribera convertido en escultura.No importa que la muerte venga por el medio más aceptable que pueda concebirse, como lo es el de los años; no importa que el moribundo se incline penosamente sobre el Crucifijo para sellar con un ósculo supremo la alianza entre el redimido y el Redentor.... Al fin y al cabo se trata de la muerte, y la muerte reproducida con una verdad tan prosaica, digámoslo así, como la empleada por Butti en la ejecución de esa obra maestra de natural, no puede sino afectar triste y repulsivamente al espectador. Ese cuerpo, esqueleto prematuro; ese pecho oprimido del cual está escapándose el último aliento; esa mano derecha que busca la tierra como para aferrarse á ella con la tenacidad del instinto de conservación; esa sábana que pronto será mortaja y esa cabeza en que se ve anticipadamente la ya casi amarillenta calavera; detalles son que honran al artista; pero en los cuales no puede fijarse la vista por mucho tiempo. Un trabajo de esta naturaleza ha de pasar forzosamente desdé la exposición al cementerio."--La Ilustración artística, loc. cit.